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martes, junio 05, 2007


Antecedentes de la promoción cultural en México


Raúl Bupunary


La reflexión sobre el concepto mismo de la cultura ha sido un tema con una larga historia. En un primer momento constituyó una preocupación de la reflexión filosófica, y más tarde un problema teórico específico al interior de las ciencias sociales.


El concepto de cultura ha tenido dos significados diferentes, el primero y más antiguo se refiere a la formación del hombre, su desarrollo y perfeccionamiento en lo sensorial, psíquico, intelectual y espiritual; lo que hoy entendemos en un sentido amplio como educación permanente nos ilustra respecto a este significado: el individuo mantiene una preocupación y ocupación permanente por continuar aprendizajes significativos a lo largo de su vida, motivado tanto por la utilidad de ese aprendizaje, como por la capacidad de asombro ante la dinámica permanente entre la tradición y el cambio continuo de realidad que lo rodea.


El segundo significado indica el producto de esta formación, esto es el conjunto de modos de vida, de valores, de hechos, de símbolos y de procesos individuales y colectivos que forman una comunidad, la cual establece a través de su realidad cultural tanto "fronteras" que preservan valores y tradiciones, como "puentes" de comunicación o intercambio específicos que marcan su supervivencia, su desarrollo y su futuro. Tal vez les parecerá que estamos hablando de comunidades indígenas o tradicionales, pero la dinámica de la cultura se presenta en cualquier comunidad unida por lazos de identidad simbólica o material.


A lo largo de la historia la reflexión del tema de la cultura ha generado concepciones muy diversas, los cuales siguen una estrecha relación con su práctica, lo más interesante es que muchos de estos conceptos históricos aún forman parte de la concepción de cultura en algunos sectores de la sociedad actual. En particular, continuamente los promotores, gestores y administradores culturales, explicita o implícitamente, en un nivel discursivo o pragmático, arrastran una serie de convicciones, a veces prejuicios, que parten de su concepción de la cultura.


En México, al principio del siglo XX, el concepto de promoción cultural se renovó atendiendo cuando menos tres grandes vertientes: la primera vinculada a la atención y desarrollo de las comunidades rurales a través de las misiones culturales que surgen con el nacimiento mismo de la Secretaría de Educación Pública; la segunda promoviendo las llamadas "bellas artes" como continuidad de la concepción francesa que tuvo tanto auge en nuestro país durante la dictadura porfirista y, finalmente, la vertiente que desarrolló la promoción del libro a través de su producción masiva y las bibliotecas.


La Secretaría de Educación Pública y Bellas Artes, como se llamó inicialmente, fue estructurada en su fundación en tres ramas generales: escuelas, bibliotecas y bellas artes. Se pensó que la educación y la renovación cultural podía consolidarse con la participación de estrategias de promoción cultural (lo que requería tres perfiles diferentes de promotores culturales) a los cuales, influidos por una visión mesiánica y fundacionista de un nuevo país, Vasconcelos llamó misioneros: el maestro, el libro y el artista.


El análisis de las políticas culturales con relación a los pueblos indígenas de México requeriría una reflexión aparte, sin embargo vale subrayar que Vasconcelos consideraba a la educación indígena como un asunto provisional en tanto culminara el proceso de mestizaje total del país, lo que equivalía a ignorar la vida cultural tanto de los pueblos indígenas como de la población blanca. Sin embargo cabe destacar que la promoción cultural en el siglo XX en México, analizada a partir de su práctica y visión en políticas culturales o acciones concretas, nos muestra una peculiaridad: su vinculación y atención, -siempre desigual y cambiante-, pero permanente, respecto, tanto a la cultura académica de las llamadas "bellas artes", como a la promoción de las culturas de las comunidades indígenas, campesinas y urbanas del país.


La promoción cultural se va transformando al pasar de los años en paralelo a la construcción de las políticas y de las instituciones culturales auspiciadas y establecidas por los diversos gobiernos, y también, crecientemente a partir de la década de los cincuenta, y con gran influencia y expansión en la década de los setenta y ochenta, a los proyectos de las instituciones internacionales como la UNESCO y las iniciativas privadas, particularmente de los medios de comunicación masiva y de las grandes agencias de publicidad ligadas a ellas.


Así al correr del presente siglo, se fundaron, organizaron e impulsaron diversas instituciones culturales en México, muchas de ellas pensadas, diseñadas e impulsadas por destacados intelectuales mexicanos. En su conjunto, estas instituciones nos permiten conocer las premisas básicas que les dieron vida, ya sea como ideas para confrontar una concepción de la historia y del futuro, a partir del resultado de coyunturas políticas, o como estrategias bien definidas de política cultural que fueron concretadas institucionalmente para fortalecer procesos educativos, de rescate patrimonial, de difusión, promoción o de administración de los servicios y bienes culturales del país.


En México las políticas culturales no solo definieron ideas de los protagonistas de la cultura nacional, sino que estas se plasmaron en proyectos de diversa envergadura. Así, van surgiendo en el transcurrir del siglo XX promotores culturales especializados.

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